Noches que siguen revelando
tantas tristezas.
Pensaré por ti,
pensaré que, a veces,
es mejor oír y no escuchar...
mis crudos intentos
por desviar tu mirada...

¡Y lo que no daría ahora
por tener tu lugar!
Si tus manos rozan
cantidad de sueños, e ignoran
tal inmenso vacío
que dejarán a su paso.

Ajeno a mis rezos serás
y, como la cruel gravedad,
te impedirán mis plegarias
despedirte, como tanto has querido
del suelo...

Poder que jamás
debí haber concedido;
mi frente desnuda, mis brazos caídos...
Tanto ignoras, y aún hablas:
"Si sacudiera tu rostro
con tales golpes de aire
como perciban tus ojos,
¿podría matarte?
Y entre lágrimas mi alma se pierde:
"¿qué no ves que ya lo haces?"

Yo se que sonríes
a la luz de mi nombre,
pero, aún así, podría oírlo
eternamente...

Te escudas tras de ideologías
no precisamente nuestras,
y te encierras a mis vicios
de dolor y de locura.

Rinde tu espada ante mí,
derrama tu vida si es preciso,
que, en tan dulce torrente, anhelo mío,
serás todo lo que quise de la muerte.


tres


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