Convertir el remordimiento en honor
antes de mirar atrás
y contemplar la victoria
sin opacar el dolor de aquel vencido.
Nuestros motivos nunca fueron más fieles
a la fe y los pensamientos
que dibujan la memoria
y manejaron mi espada sobre fértiles campos.

Pero en los ojos de mi enemigo
ha florecido mi miedo,
y de rodilla espero
el temor que nunca ha sido
sino hasta el momento en que el llanto
en la más tierna mirada
apresuró a mis brazos
la duda tangible y sostenida
de haber pisado en falso sus dominios.

Siempre ha sido en sueños
donde se esclarecen los sentidos,
y por más que el camino revele mil pasos
sólo mis manos presentarán vestigios
de la sed infinita saciada en la batalla.


nueve


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