Me traiciono, y bailo
bajo el encanto de voces
de las que tantas veces
me he arrepentido.
No vería la luz
fuese la fuente tus ojos,
y estuviste en los míos
un instante tan corto.
Pudiera ser eternamente
tus respuestas...
pues el lazo que ahora nos une
nos desconocerá para siempre.
Se consumen mis pies
en dicha danza.
Y me lastima la ausencia
del dolor que no encuentro,
y me hieren tus esfuerzos
por mentirme que he triunfado.
Yo te dejé mirar
sobre mis pensamientos,
y te sigues despidiendo de mis manos
cuando asciendes...
Y no sé yo cuando volver
a extenderte mis brazos...
(¿los pedirás algún día?)
¿Valdrá la eternidad un momento?
Tan alto que llegues,
¿renunciarías por ese cielo?
Tu victoria habrá valido
todas mis penas;
pero mi vientre me reprocha todavía
las ganas escasas de vencerte.
Tu efímero paraíso
será mi eterno destierro.
Tanto más alto has volado,
un tanto más he caído...